Lo esencial es invisible a los ojos
- Delia Morales Ortega
- 27 nov 2019
- 2 Min. de lectura

Cada día desde que abrimos los ojos al despertar observamos todo aquello que hay a nuestro alrededor y a no ser que decidamos cerrarlos nuestros ojos están percibiendo constantemente estímulos y actúan como un escáner que trabaja sin descanso.
Quizás por ser la vista uno de los sentidos más comunes y que más usamos sin darnos cuenta estamos perdiendo la capacidad de sorprendernos ante todo lo que puede encontrar dejando así de importar el gran valor que nos puede aportar.
Por esto pasa que cuando cerramos los ojos los otros sentidos se intensifican y magnifican las sensaciones que podemos experimentar centrando toda nuestra atención en ellos.
Nuestro oído es capaz de escuchar sin juzgar ya que no recibe estímulos visuales que le condicionen y de la misma manera siente con más intensidad esos sonidos que a veces no somos capaces de escuchar por estar distraídos.
El tacto, el gusto o el olfato también se perciben diferentes y son más intensos si cerramos los ojos porque toda nuestra atención se concentra en un solo sentido y esto genera mayor consciencia y percepción.
Por lo tanto si bien la vista es uno de los sentidos más importantes que tenemos también es un gran minimizador de los otros sentidos ya que es el único que puede alterar la intensidad de los demás.
Pero hay otras muchas más cosas que podemos percibir si dejamos de ver lo que nuestros ojos pueden observar y miramos un poco más allá, porque las grandes cosas no son aquellas que se perciben a simple vista ya que lo verdaderamente importante se encuentra escondido en lugares donde la vista no llega y donde podemos encontrar grandes gestos que muchas veces somos incapaces de ver y aunque los vemos no los sabemos apreciar.
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