La pausa

Cada uno de los caminos que recorremos en cualquiera de los ámbitos de nuestra vida requieren realizar paradas para descansar y coger fuerzas antes de continuar por el sendero que nos han llevado o voluntariamente hemos elegido.

Además de esto, las paradas son necesarias para evitar que el camino se vuelva monótono y esto nos impida disfrutar de todo lo bello que nos ofrece durante su trayecto porque aunque sepamos que vamos por buen camino y que debemos seguir avanzando, la rutina de nuestro viaje puede confundirnos de manera que no aprovechemos todo lo que este nos ofrece.

Por lo tanto, una pausa en el camino no solo nos sirve para reponernos, sino también para hacer balance de lo que ya hemos recorrido, analizar cómo ha transcurrido hasta el momento nuestro proyecto y visualizar cómo esperamos o queremos que sea el mismo de aquí en adelante.

De forma que llegamos a un punto en el que toca detenerse por un instante para equilibrar la balanza y así considerar nuevas direcciones, rumbos o destinos para en definitiva poder tomar decisiones acerca de abordar nuevos aspectos o mejorar los existentes.

Porque siempre que empezamos un proyecto lo hacemos movidos por un motivo que va cambiando a medida que este va evolucionando y adaptándose a la respuesta y los resultados que el mismo genera.

Durante ese tiempo de descanso podemos recordar qué nos llevó a iniciar eso que hoy pausamos para darnos cuenta si aún nos motiva para seguir realizándolo y de la forma en que lo estamos haciendo.

Por todo esto es importante que de vez en cuando nos paremos, ya sea por decisión propia o porque las circunstancias que nos rodean nos lo indican, y que la duración de las pausas se extienda tanto como sea necesario para asegurarnos que sin prisa ni presión hemos apresurado nuestra decisión.