El viaje

Todos conocemos la metáfora que dice que la vida es como un viaje en tren y en cada parada hay personas que suben y otras que bajan,…

La cual, si bien refleja claramente un hecho evidente, tiene un significado mayor que el que solemos darle, ya que no importa el medio de transporte que elijas para tu viaje, lo importante es que el mismo se va a ver influenciado por todos aquellos que viajan con nosotros.

Estamos acostumbrados a conocer gente nueva continuamente, a ampliar nuestro círculo de amigos y conocidos hasta el punto de no disponer de todo el tiempo material que nos gustaría dedicarles a todos ellos para conocerles en profundidad y así descubrir todo lo que esconden.

Por esto, la mayoría de las veces esas personas se convierten en simples pasajeros que antes o después abandonan nuestro tren siendo alguien más que añadir a la lista, alguien que deja su asiento libre para que pronto lo ocupe algún otro viajero.

Esto es algo inevitable pues es cierto que no todos queremos seguir el mismo trayecto o la misma dirección en nuestro viaje y por lo tanto nos vemos obligados a separarnos, y puesto que lo sabemos, debemos aprovechar el tiempo que viajamos juntos.

Considerar que cada persona es una oportunidad para mejorar y enriquecer nuestro viaje, alguien de quien podemos aprender y adquirir todo lo que nos pueda aportar y por ello tenemos que disfrutar de cada acompañante y saber encontrar aquello que le hace especial y distinto a los demás y que queremos adoptar.

Cada viajero es único y nos puede enseñar cosas nuevas y diferentes, lo cual hace que el mismo viaje sea variado y distinto en cada etapa gracias a la multitud de acompañantes que lo hacen posible.

De la misma forma, nosotros podemos aportar mucho al viaje de aquellos que, de manera intencionada o no, un día decidieron elegir nuestro tren.

Y es que podemos conformarnos con ser un simple viajero más o ser alguien que dejó una influencia y un buen recuerdo en cada uno de los viajes que realizó y en las personas con las que los compartió.