Temporal

Nada dura para siempre, o al menos nada permanece siempre igual. De hecho si así fuera, qué aburrido sería todo y que pronto nos cansaríamos.

Esta vida requiere cambiar, adaptarse, intentarlo una y otra vez, modificar, añadir todo lo que nos interesa y dejar ir aquello que nada nos aporta.

Todo evoluciona, desde una persona como ser individual hasta sus relaciones con los demás, la familia, los amigos, conocidos, (…). Las relaciones con algunas personas tienen fecha de caducidad, son efímeras, pero a la vez pueden ser gratificantes y dejarnos huella, una buena influencia o un recuerdo imborrable. Por lo que lo único que podemos y debemos hacer es disfrutarlas mientras duren y alegrarnos por haberlas vivido.

Tenemos que adaptarnos a los cambios de nuestro entorno, a los nuevos tiempos que traen consigo nuevos acontecimientos y nuevas situaciones que disfrutar.

Debemos considerarnos afortunados por poder vivir a lo largo de nuestra vida en diferentes momentos históricos, en diferentes circunstancias, y estar agradecidos por poder descubrir, conocer y experimentar tantas y tantas cosas nuevas. Todo ello está a nuestro alcance y solo necesitamos querer aprovecharlo.

¿Acaso no merece la pena embarcarse en un nuevo proyecto aunque este no dure para siempre? Son de las experiencias cortas de las que más aprendemos y al saber que su duración es limitada son las que más sabemos aprovechar y exprimir.

Se dice que el “tiempo es oro” y nosotros continuamente nos quejamos por la falta del mismo, a nuestros días le faltan horas, aunque yo diría que se trata más bien de establecer prioridades y con una buena organización aprender a aprovecharlo.

Y es que el tiempo presente se nos escapa mientras nosotros vivimos atrapados en el tiempo pasado y especulando sobre el tiempo futuro. Por esto, debemos elegir bien a qué y a quién dedicamos nuestro valioso y preciado tiempo.

Para terminar, hay una frase que me encanta y que dice: “Valora a quien te dedica su tiempo, te está dando algo que nunca recuperará”.