Actitud
- Delia Morales Ortega
- 26 jul 2015
- 2 Min. de lectura

La actitud es la disposición que tenemos ante la vida y todo lo con ella sucede. Es la manera con la que afrontamos problemas y abordamos nuevas experiencias.
La actitud es el traje invisible que nos ponemos cada mañana y que determina la forma en que vamos a vivir cada día. Pero el ser invisible no significa que no sea perceptible, de hecho todo lo que hacemos, decimos, pensamos,… está bajo la influencia de nuestra actitud. Y por consiguiente esta resulta siendo visible y percibida no solo por nosotros, sino por todos los que nos rodean y se ven afectados por ella.
Hoy en día la interrelación entre personas es algo imprescindible, ya no hay espacio para el individualismo y lo queramos o no, la interacción con los demás es inevitable. Una comida con la familia, una conversación con un amigo, colaborar en el trabajo con un compañero, cruzar una mirada con un desconocido, y un largo etcétera de situaciones que pueden provocar un efecto totalmente distinto en nosotros y nuestros receptores, en función de la actitud que elijamos.
Cualquier situación afrontada con una buena actitud va a resultar más beneficiosa y satisfactoria para nosotros, pues hay un efecto directo entre esta y el bienestar, lo cual aumenta nuestra felicidad. Por lo tanto es evidente la importancia de elegir la mejor actitud en todo lo que hacemos.
Pero tener una buena actitud no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino que además beneficia a aquellos con los que cada día interactuamos. Ser amable con un desconocido, ayudar a alguien de forma desinteresada, una sonrisa inesperada, … , son gestos que reflejan lo mejor de nosotros y que generan un impacto positivo en los demás, contagiándoles con nuestra buena actitud y crenado así una cadena de buenas sensaciones y la necesidad de seguir contagiando a más y más personas.
Todos conocemos los beneficios de tener una actitud positiva y todos hemos vivido experiencias que nos los han demostrado, y a pesar de esto no siempre lo llevamos a la práctica, pues resulta más fácil tener una actitud neutral, perdiendo así la oportunidad de conectar con los demás. A sí que de nada sirve conocer la teoría si no la aplicamos.
Por lo tanto, decide de qué materiales está hecho el traje de tu actitud y llévalo puesto cada día, puesto que es el único que es idóneo para todo tipo de eventos y circunstancias.
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