El Camino
- Delia Morales Ortega
- 14 jun 2015
- 2 Min. de lectura

Vivir es recorrer un camino aunque muchas veces no sabemos a dónde vamos.
Cuando nacemos no sitúan en la línea de salida y con nuestros primeros pasos empieza un recorrido que no sabemos cuánto durará. Esto es algo que no podemos rechazar, ni siquiera elegir, pues para eso vivimos.
Es evidente que el tiempo del que disponemos es limitado, pues ese camino no dura para siempre, pero ¿qué sentido tiene llegar muy lejos si no disfrutamos de cada paso que hemos dado?
Algunos eligen hacer ese camino como si de una carrera se tratase, deciden ir corriendo, a toda prisa, como si tuvieran que recorrer una larga distancia y no hubiera suficiente tiempo para ello. Y así se pierden los pequeños detalles que engrandecen el recorrido. Pues querer ser el primero en la carrera no supone que vayas a llegar antes a la meta, la cual nunca está donde esperábamos y entonces te das cuenta de que dispones de mucho más tiempo del que creías y que si hubieses ido más lento, podrías haber aprovechado mejor cada etapa.
Por otro lado, ese camino está lleno de elecciones que pueden hacer que perdamos el sentido de la orientación y elijamos la dirección errónea, lo cual no implica que no vayamos a llegar a nuestro destino. Simplemente tardaremos algo más de tiempo y tendremos que consultar nuestra brújula interior para volver a orientarnos y encontrar el sentido de por qué caminamos.
Y es que la vida consiste en perderse y encontrarse continuamente, en tomar atajos que te mostrarán cosas increíbles que nunca conocerás si siempre vas por el mismo sendero y en la misma dirección, y que harán tu camino más amplio y enriquecedor.
Porque yo prefiero recorrer un camino más corto y lleno de aventuras y aprendizajes que uno muy largo pero monótono y predecible.
Por eso, tómate tu tiempo y no tengas miedo a perderte, porque lo más importante es tener claro a dónde quieres llegar.
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